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martes, 30 de abril de 2013

La Madre.

Lo comercial del Día de la Madre nos invade, como cada año.

La "Madre Naturaleza" sin embargo me invadió este pasado Sábado.
Fui muy bien acompañada a una escapada al Torcal de Antequera, pero busqué en algunos segundos soledad entre tanta belleza gris y verde, con cielo azul y brisa fría, ... quise sentirme "sola" a ratitos, como mirando desde más lejos, con distancia, desde el gris frío quebrado en estrías y formaciones increíbles...

El rojo de las amapolas en el camino me hacía sonreir sin querer.
El gris de la roca me hizo soñar, lejos.
La Madre Tierra tan sabia me ayudó a aterrizar, firme, en su piedra.

Las risas de mi niña y sus amiguitos, sus saltos y carreras, intentando escalar, luchando a carcajadas...
Hubo momentos especiales, de verdad.
Me hubiera quedado allí más tiempo, tranquila, con los ojos cerrados a veces, tocando la fría piedra, la piel de una madre tan tan experta y sabia.


Eso es una madre: la roca que siempre está ahí, el apoyo, el paisaje seguro, la firmeza para lo bueno y lo malo. La bolsa en el vientre, el calor húmedo, la valentía tímida, la seguridad quebradiza...
La corteza de nuestro corazón, tan sensible y frágil a veces, o casi siempre.

Bendita dureza, bendito apoyo.
Cuando una es madre comprende de verdad a su madre. No antes, ni después.

Feliz Día de la Madre. Haced feliz a mamá ese día...y todos.

Buenas noches.


martes, 2 de abril de 2013

Con amplia sonrisa valiente...


Peligrosa apatía la que a veces nos quiere invadir.
Ante adversidades que de tan continuas se convierten en nuestro ámbito más común, corremos gran peligro de caer en ese pozo, casi sin darnos cuenta...
Uno de los muchos pozos que rodearon el camino, y que ahora lo plagan sin remedio.

Yo he decidido COMPRARME UNOS ZANCOS, tan altos, que me río de los pozos (bueno, mejor no me río... de momento les hablaré de usted). Me pondré un  precioso y laaaaaargo pantalón color celeste, una camisa fresquita de color coral con algunas flores también celestes, y mangas al codo, que no molesten para manejar con destreza mis nuevos zancos.

Creo que los zancos tienen nombre...creo que incluso tengo zancos de repuesto, siempre dispuestos a ser útiles, a dejarse llevar y pasar de pozo a pozo, haciendo amigos, siempre ayudando, donde apoyarme.

"Hasta los pozos creo que nos buscan, queridos zancos", - susurro - "porque creo que nuestra amplia sonrisa valiente y transparente les inquieta y les seduce...".





Cuando paro ... y caigo en uno de los pozos, no sé cómo, los zancos me impulsan, y los pozos envidiosos quieren que volvamos a caer en ellos.

Pues bien: con ayuda de mis zancos vamos a rellenar los pozos oscuros y espesos, de estrellas, flores, carcajadas de niños, miradas sabias de abuelas, unas gotas de amontillado y palmas por bulerías... convirtiéndose así en nidos de vida.


Ya no hay pozos.
Son nidos de valor, de emoción, enriquecen el paisaje y alegran la vista, abrazan el alma empuñando una espada de madera donde pone tallada la palabra "HAZLO".

Sí, los caminos se han fundido con esos nidos, los zancos andan ya solos, a buen ritmo, Y SON MUCHOS.

Podemos correr y saltar por esta vida TODOS JUNTOS, con amplia sonrisa valiente.